Por Manuel Garcés Jiménez
Presidente
del Consejo de la Crónica de Milpa Alta
Publicado en la revista NOSOTROS, número 119, de octubre de 2008
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Recordando un
aniversario más de la gesta revolucionaria iniciada en el año de 1910, vemos
a través del televisor una serie de películas relacionadas a este movimiento,
pero recordemos que tan sólo son películas actuadas con actores y actrices
bien alimentados, por lo que no reflejan la realidad histórica de un pueblo
que fue explotado, aniquilado y humillado por los voraces terratenientes
cobijados por el alto clero y fomentándose durante el gobierno de don
Porfirio Díaz.
De tal manera que
las escenas actuadas no reflejan con certeza aquellos años de cruenta
historia donde el pueblo mexicano se encontraba muriéndose de hambre y sed de
justicia; para reencontrarse con la realidad de lo sucedido se hace necesario
adentrarse un poco en las lecturas como México bárbaro de John Kenneth Turner; novelas de la Revolución Mexicana, La sombra del
caudillo de Martín Luis
Guzmán, Los de debajo de Mariano Azuela, entre otras tantas obras que
nos muestran a través de la literatura un real contexto del movimiento
revolucionario. Aunado a los testimonios que narraban los abuelos, que si
bien fueron infantes en aquella época, son los receptores de las pláticas de
sus padres.
Testigos fieles
de ésta época que vivieron en las delegaciones Milpa Alta, Tláhuac,
Xochimilco y los municipios del estado de México, comentan que en los albores
de la revolución la extrema pobreza invadía a todos los campesinos, de tal
forma que estos vivían en humildes viviendas de paredes de adobes y piso de
tierra cubiertas con zacate con puertas de varas secas que recibían el nombre
«chinamil». Por las noches se iluminaba el hogar con velas o con mechones de
tela alimentados con petróleo. En calles y callejones no existían banquetas
ni asfalto, prevalecía la tierra suelta donde los terregales se levantaban en
época de sequía ocasionando diversas enfermedades gastrointestinales, siendo
los caminos de herradura las principales vías de comunicación que unía a los
poblados, algunos estaban cubiertos con empedrados, además existían veredas
(caminos sumamente estrechos) que conducía por lo regular a los campos de
cultivo.
Los poblados
localizados en la zona lacustre, los medios de comunicación fueron las canoas
que cruzaban con relativa facilidad de una chinampa a otra, incluida la venta
de sus productos extraídos del campo se trasladaban a la Ciudad de México a través de este medio acuático.
Los alimentos se
preparaban en recipientes de barro; las salsas se molían en molcajete de
piedra volcánica y el maíz cocido en metates con la ayuda de una piedra larga
llamado metlapil. En la cocina no podía faltar el tlecuil (fogón), donde se cocían los alimentos incluyendo
la elaboración de las tortillas. A falta de cerillos los vecinos se pasaban
«lumbre» de un hogar a otro avivado con ocotes, inclusive las brazas del tlecuil se aprovechaba para calentar las planchas de
hierro macizo para el alisado de la ropa de manta de algodón, que por lo
general usaban los hombres y mujeres de campo. Precisamente para lavar estas
prendas existía un jabón llamado «lejía» que se adquiría por kilo en los
tendejones. La vestimenta de las mujeres se caracterizaban por los vestidos
demasiados largos, y la ropa interior se confeccionaba con tela modesta
denominada «cabeza de indio».
La comida era
sumamente escasa, y cuando se tenía la oportunidad de tener algunos centavos
se adquirían otros tipo de alimentos no tan común de la vida cotidiana del
campesino, como el caso de la carne que se consumía sólo en domingos con un
costo de 12 centavos por kilo, y con tres centavos más se tenía una peseta
(25 centavos) que ya alcanzaba para algunos cocoles. Con estos ejemplos nos damos
la idea el alto costo de la vida por lo que prevalecía la hambruna.
Antes y después
de la revuelta revolucionaria la actividad económica se basaba con diversas
actividades relacionadas con el campo agrícola. Pero lo más difícil para los
pobladores fue obtener agua para el uso cotidiano, por lo que, en los poblados
localizados en la montaña, el vital líquido era captado en enormes piletas
denominada «aljibes» que solamente existían en las casas de los
terratenientes, por lo que, durante el resto del año el líquido de lluvia se
vendía dos litros por un centavo. Era un gran negocio de los riquillos a
costa de la necesidad de los pobres.
A manera de
ejemplo señalaremos cómo los campesinos de la delegación de Milpa Alta
sufrieron para hacerse de algunos pesos y poder mantener a la familia. Estas
familias se dedicaron básicamente a vender leña que bajaban en los lomos de
los burros para dirigirse rumbo a los poblados de Tláhuac, Xochimilco, inclusive
hasta Iztapalapa llegan las recuas cargas de este material para avivar el
fuego en la preparación de los alimentos. Además existieron los carboneros y
ocoteros. Hay otros que obtenían del suelo la raíz de zacatón que abundaba en
la parte alta de las montañas para la elaboración de escobas y escobetillas.
Se raspaban los magueyes (se dice cuando se extrae el aguamiel del centro de
estas plantas) para elaboración y después la venta de pulque, para esto, los
campesinos cuidaban las plantas pequeñas de maguey, después de ocho a nueve
años estaban listos para la raspa.
Los abuelos
narraban que después del movimiento revolucionario sus frágiles viviendas
quedaron totalmente destruidas, por lo que volvieron a reconstruirlas con
adobes cubiertos con paja y tejamaniles, las iglesias quedaron parcialmente
destruidas, algunas de estas fueron tomadas como cuarteles por el ejército carrancista,
y otras más quedaron saqueadas, por lo que se hace realidad el dicho popular:
«a río revuelto, ganancia de pescadores».
Al respecto, una
persona del poblado de San Salvador Cuauhtenco, la señora Faustina León de
casi cien años nos platica que «durante la revolución, en cierto día llegó la
tropa de los carrancistas; la gente se asustaba escondiéndose entre lo espeso
del monte. De ahí se trasladaban al estado de Morelos. Durante el trayecto se
carecía de todo, pero el ingenio del hombre estaba de por medio; para alumbrarse
se quemaba el ocote y leña. En época de lluvias se captaba agua a través de
las largas y anchas pencas de los magueyes, y falta de este líquido se tomaba
pulque tanto a niños como a los adultos, la alimentación básica fueron los
quelites, hongos, fríjol, papa, haba y maíz, para esto, los hombres y mujeres
llevan a cuestas los metates y las ollas para poder cocinar entre el espeso
del bosque».
Otra persona, de
nombre Marciano Jiménez, de 80 años nos platica que: «La revolución empezó
porque las haciendas controladas por españoles donde se daba mal trato a los
peones mexicanos, es por esto que don Emiliano Zapata se sublevó en el estado
de Morelos. Cuando los pelones (los carrancistas) llegaban al poblado a los
jóvenes se les escondía en los sótanos porque se los llevaban los carranclanes».
Ante tales
hechos, el 20 de noviembre se recuerda en estos lugares de Milpa Alta al
general Emiliano Zapata y sus más cercanos colaboradores, pues fue el 19 de
julio de 1914 cuando en San Pablo Oztotepec, delegación Milpa Alta, donde
se ratificó del Plan de Ayala con el lema que retumbó en todo el país;
«Reforma, Libertad, Justicia y Ley»1.
Antecedentes
Recordemos, como
antecedente al movimiento revolucionario que da inicio en 1910, los
terratenientes usurparon las tierras comunales y la explotación del hombre
humilde y pobre, y aunado con la aplicación de la Ley Lerdo y Las Leyes de Reforma provocó numerosas
revueltas y varios levantamientos campesinos en varios estados
del país destacando la rebelión indígena en Chalco promovida por Julio López
Chávez, donde los habitantes dedicados a las actividades del campo se unieron
a su llamado; «Queremos tierra, queremos trabajo, queremos libertad» y con
lema ¡Viva el socialismo! ¡Viva la libertad! Es el preámbulo de la Revolución
Mexicana.
La rebelión
campesina de Julio López Chávez a favor del reparto de las haciendas entre
los campesinos explotados fue desafortunadamente efímera de 1867 a 1868, pues hizo
mella a nivel nacional, «es por eso que algunos autores como Gastón García
Cantú, Manuel Díaz R., John Hart y otros han afirmado que este movimiento fue
el precursor del movimiento zapatista (40 años antes de que diera a conocer
el Plan de San Luís don Francisco I. Madero)».
El sistema de
hacienda comenzó a finales del siglo XVI y a principios del siglo XVII,
cuando la encomienda comienza a decaer como primera institución económica.
La hacienda
comienza su expansión territorial basada principalmente en las tierras
comunales, asegurando la mano de obra barata para lograr mayor autosuficiencia,
cultivando uno o dos productos para el mercado local provocando el deseo de
tierra y poder de los hacendados que prácticamente eran dueños de los mismos
trabajadores, a quienes les imponían castigos, perseguían y encarcelaban sin
otro impedimento que su propio criterio, logrando el dominio y la autoridad
por medio de la iglesia y la tienda de raya en la que el peón se endeudaba
día tras día.
En la extensa
región de Chalco se concentraron las grandes extensiones de tierra controlada
por pocas familias, reflejándose en portentosos cascos de hacienda donde
vivían los acaudalados terratenientes, motivo suficiente para que el joven
Julio López Chávez, estudiante de medicina se levantara en armas contra el explotador.
Chalco, tierra de
hacendados
El municipio de
Chalco de Covarrubias, México, se caracterizó hasta unas décadas por poseer
tierras fértiles, por lo que fue muy codiciada por los hacendados españoles
desde la época virreinal. Por ese motivo se localizaban en los alrededores
portentosas haciendas como la de San Juan de Dios (con 877 hectáreas), la de La Asunción del Monte (114 hectáreas y 706 hectáreas de monte), la Hacienda de San José Axalco (con 101 hectáreas y 32 de caballerías), la de Xico con cinco mil
hectáreas. Además, La Compañía, La
del Moral, La Guadalupe
Tlapala y la de
Miraflores.
En las
inmediaciones del estado de México y la delegación Milpa Alta se encontraba
la hacienda de Santa Fe de los Ahuehuetes, cuyo casco lo podemos observar en
la parte sur de la entrada del pueblo de San Nicolás Tetelco, delegación
Tláhuac, que tenía una superficie de mil 562 hectáreas. Precisamente después del
movimiento revolucionario 514 de esas hectáreas pasaron directamente a formar
parte de los ejidos de los pueblos de San Nicolás Tetelco, San Antonio
Tecómitl, San Juan Tepenahuac, San Francisco Tecozpan, Santa Ana Tlacotenco y
San Jerónimo Miacatlán, San Juan Ixtayopan y San Juan Tezompa, estado de México.
El acaparamiento
desmedido de tierras por los hacendados y la explotación de los peones dio
origen al sublevamiento de Julio López Chávez, rebelión que fue sofocada con
su fusilamiento el 9 de julio de 1868. A escasos 40 años de su muerte surge el movimiento
revolucionario donde florecen los ideales de Julio López Chávez, participan
en masa los campesinos de los lugares antes citados, entre otros muchos más,
sobresaliendo gentes de valerosa valentía como el general Antonio Beltrán,
nativo del poblado de Ayotzingo, entre otros más.
Ante estos hechos
históricos, nos queda claro a todos los mexicanos de continuar con los
ideales que nos legara Julio López Chávez, los Hermanos Flores Magón,
Heriberto Jara, Emiliano Zapata… Que esta lucha no sea sólo recordada con la
creatividad televisiva y el folclorismo de los desfiles, que el movimiento
social revolucionario nos mantenga unidos a todos los hombres de ideología
democrática.
Julio López
Chávez
Respecto a este
prócer defensor de los campesinos encontramos que: «La rebelión campesina
indígena acaudillada por Julio López, acaecida en 1868 en el oriente del
estado de México, involucró a buena parte de los pueblos de los actuales
distritos de Texcoco, Chalco y Amecameca. Las fuentes consultadas dan cuenta
de cómo la usurpación de tierras y la parcialidad de las autoridades para beneficiar
a los hacendados, fueron las causas fundamentales por las cuales estalló, que
en lo sustancial exigió la restitución de tierras, la abolición de sistema de
explotación y la implantación del sistema socialista. La relevancia de éste
movimiento para la historia nacional la expresa Gastón García Cantú, cuando
se refiere a que Julio López fue el primer luchador social que, en la segunda
mitad del siglo XIX, planteó que los hacendados no tenían derecho a cultivar
la tierra que era de los pueblos, y pasó de las proclamas a la repartición de
tierras entre los campesinos; en este sentido —nos dice—, esta rebeldía fue
precursora de la zapatista»2.
El Municipio de
Chalco se localiza en la parte oriental del estado de México, a 102 kilómetros de la capital del estado y a 35 kilómetros del Distrito Federal, sus principales vías de
acceso son la autopista México—Puebla, carreteras federales México—Puebla,
México—Cuautla, Tláhuac—Chalco y Mixquic—Chalco. Limita al norte con el
distrito de Texcoco, estado de México; al Sur con el estado de Morelos; al
este con los estados de Morelos y Puebla, y al Oeste con el Distrito Federal.
Resulta
interesante resaltar cómo, a pesar de que las leyes agrarias liberales afectaron
los intereses de las comunidades indígenas, éstas en su mayoría participaron
al lado de Benito Juárez en al guerra contra los conservadores (1858—1860) y
contra el Imperio de Maximiliano de Habsburgo (1862—1867). El liberalismo popular
de los campesinos indígenas volvió a manifestar como lo habían hecho, cuando
unieron sus fuerzas a las de los liberales para derrotar la dictadura de Antonio
López de Santa Anna. Igual que en esa ocasión, el gobierno triunfante, lejos
de atender sus demandas e impartir justicia en el campo, lo reprimió.
La rebelión de
Julio López Chávez
«Con la derrota
de la intervención francesa (15 de mayo de 1867) se inicia una nueva etapa en
la historia de México, que algunos investigadores han denominado como de La República Restaurada. El Triunfo de la República o, como Juárez la denominó, La Segunda Independencia (1867—1876). Al caer el Imperio de Maximiliano y
habiéndose restablecido el orden constitucional, el gobierno liberal de
Juárez comenzó a aplicar las Leyes de Reforma, en particular la que planteaba
enajenar las tierras comunales; aplicación que llegó en el momento en que las
haciendas pasaban por grandes dificultades»3.
«Aunque fue
regional y de corta duración —diciembre de 1867 a diciembre de
1868— fue de gran trascendencia en la historia de México. Según Gastón García
Cantú, Julio López Chávez fue el primer luchador social que en la segunda
mitad del siglo XIX planteó que las haciendas no tenían el derecho a cultivar
la tierra que era de los pueblos indígenas, y pasó de las proclamas a la
repartición de tierras entre los campesinos de la región. Por ello, el mismo
Gastón García, así como Manuel Díaz Ramírez, John Hart y otros historiadores
han afirmado que este movimiento armado fue el precursor de la revolución
zapatista»4.
Su origen
Julio López
Chávez nació poco antes de 1840 en San Francisco Acuautla, municipio de
Ixtapaluca, distrito de Chalco, México. Siendo campesino se vio obligado a
trabajar como peón en alguna de las haciendas cercanas a su comunidad.
De joven se unió
al ejército liberal para combatir a los conservadores en la Guerra de Reforma (1858-1860) y a la Intervención Francesa (1861—1867). Su participación en estas guerras le
valió obtener el grado de coronel5.
«Probablemente de
marzo a mayo de 1868, Julio López Chávez asistió a la Escuela del Rayo y del Socialismo de Chalco (también
conocida como Escuela Moderna y Libre), que fundó Plotimio Rhodakanaty6 para los campesinos de la región. En ella, además
de aprender las primeras letras, estudió oratoria, métodos de organización e
ideales socialistas»7.
«En 1816, llega a
México Plutonio C. Rodakanaty. Para 1866, se establece en Chalco y funda la
‘Escuela Moderna y Libre de Chalco’, también conocida como ‘La Escuela del Rayo y el Socialismo’, y al año siguiente
funda un club socialista en donde se invita a las mujeres a participar»8.
En 1861 fue
implicado en el asalto a un coche de caballos en un paraje del monte de Río
Frío; posteriormente, en 1867 dirigió una rebelión que tuvo por objetivo
recobrar las tierras usurpadas e imponer el socialismo; buscando este ideal
fue hecho prisionero el siete de julio de 1868, en el pueblo de San Nicolás
del Monte, distrito de Yautepec, Morelos, y dos días después fue remitido a la Villa de Chalco, donde fue fusilado9. Su
movimiento fue regional y de corta duración, de diciembre de 1867 a julio de 1868.
Manifiesto a la
nación
Manifiesto a
todos los oprimidos y pobres de México y del universo.
Ciudadanos
mexicanos:
Ha llegado la
hora de conocer a los hombres con el corazón bien puesto; ha llegado el día
en que los esclavos se levanten como un solo hombre reclamando sus derechos
pisoteados por los poderosos. Hermanos: a llegado el momento de despertar el
campo, de pedir cuentas a los que siempre nos las exigido; es el día de
imponer deberes a quienes solo han querido tener derechos.
Vamos a una
contienda de sangre. ¿Pero qué importa si esta sangre es generosa.
Fertilizará nuestros campos, dará exhuberancia a las plantas y dejará un
rastro a la humanidad del futuro.
Infinidad de años
y de siglos hemos caminado penosamente agobiados por el cansancio, por la
miseria, por la ignorancia y por tiranía, y el día de la venganza sagrada es
con nosotros.
Qué poseemos
sobre la superficie del universo, los que vivimos clavados en el trabajo? ¿A
quién deja beneficios el sudor de nuestras fuentes, las lágrimas de nuestros
ojos, el dolor en nuestras espaldas, el cansancio en nuestros brazos, la
fatiga en nuestros pies y la angustia en nuestros corazones? ¿Quién ha
pensado alguna vez en recoger lo que siembra, cuando todo se nos arrebata.
Los que se han
aprovechado de nuestra debilidad física, moral e intelectual, se llaman
latifundistas o terratenientes o hacendados. Los que pacientemente nos hemos
dejado arrebatar lo que nos corresponde, nos llamamos trabajadores, proletarios
o peones. Los peones hemos entregado nuestras vidas e intereses a los
hacendados y estos nos han sometido a los mayores abusos; han establecido un
régimen de explotación por el que estamos condenados a no disfrutar de la
vida.
En qué consiste
el régimen de explotación establecido? Es un sistema que exclusivamente se
dirige a mancillar la existencia de un peón. Nuestros padres fueron comprados
por la hacienda, al precio de un real, porque en los mercados establecidos en
las haciendas se compraban los artículos a los precios más exagerados, aún
aquellos artículos que nosotros hacemos producir con nuestra mano, mes por
mes y años por año, se iba haciendo una deuda, a cargo de nuestros padres.
¿Quién podría solventar aquella deuda, cuando, cuando el jornal no pasaba de
ser el misérrimo real? ¿Quién habría de protestar a nuestros padres para
cubrir sus adeudos? ¿Quién les había de abrir crédito, cuando el crédito
siempre está en manos de los detentadores de la producción?
Cuando nosotros
venimos a este mundo, nos encontramos con que las deudas de nuestros padres,
pasaban a nuestro cargo, y que por lo visto, habíamos nacido esclavos y con
la obligación de seguir trabajando en el mismo lugar, bajo el mismo sistema,
a título de cubrir la famosa deuda. Pero nuestro jornal tampoco aumentaba;
nuestro crédito tampoco se abría y teníamos que conformarnos con la misma
situación.
¿Y quién ha
cooperado a mantenernos en el silencio, en la humillación, en la ignorancia y
en la esclavitud? La iglesia y solamente la iglesia que por medio de sus
hipócritas misiones, ha tejido la mentira de la salvación espiritual en un lugar
que no es la tierra. Nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras esposas y
nuestras hijas, rezan con fervor pidiendo a todos los santos que nos salven
de esta situación horrenda.
Más todo ha sido
en vano, porque según ellos, los frailes, hemos venido a padecer a este valle
de lágrimas y tenemos que esperar para que en el cielo nos premien la
resignación. Lo más curioso del caso, es que lo que nos piden resignación son
los menos que se resignan a una existencia penosa, ya que han adquirido
propiedades inmensas, las han explotado a sus anchas y con grandes beneficios
y también con toda paciencia nos han explotado: han comido opiparamente del
sudor de nuestra frente.
Los curas nos han
engañado profanando la doctrina del gran Cristo, a quién hay que reivindicar,
ya que sus promesas de caridad, de paz y de concordia siempre han sonado en
nuestros corazones con inmensa alegría. Por desgracia, no se ha llegado el
momento de hacerlas efectivas porque sus llamados representantes desempeñan
el papel de judas, que el Cristo bondadoso siempre condeno por ser el mal
frente a la razón que predicaba.
Qué reine la
religión pero nunca la iglesia y menos los curas. Por eso las Leyes de
Reforma, a las que nosotros apoyamos desde hoy y para siempre, son tan grandes,
lástima que no se practiquen en todo su rigor, debido a que los mismos
gobiernos que las proclaman hacen al fin causa común con los enemigos del
pueblo víctima de traiciones.
En el estado
libre y soberano de Puebla, se ha visto que los curas han acarreado con todo para
los altares y después para sus casas. Han llevado grano `por grano de
nuestras cosechas, diciéndonos que cada grano era una indulgencia que se
concedería a nuestros pecados en la otra vida, y así, de acuerdo con los
hacendados nos han dejado en la ruina más espantosa.
Si los curas son
malos, también lo son todos los hombres, que mandan. ¿Qué diremos de eso que
hemos dado en llamar gobierno, y es tiranía? ¿Dónde está el gobierno bueno?
Juárez, a pesar
de llamarse republicano y enemigo de la iglesia, es un mocho y déspota: es
que todos los gobiernos son malos.
Por eso, ahora
nos pronunciamos contra todas las formas del gobierno: queremos la paz y el
orden.
Hemos pedido
tierras y Juárez nos ha traicionado. ¿Porqué no tener el pedacito de tierra
que labramos? ¿Con qué derecho se han apropiado algunos individuos, unos
cuantos, de la tierra que deberían ser de todos?
¿Quién ha sido
ese atrevido que con lujo se hizo señalar sus propiedades, cuando estas no
tenían más dueño que la naturaleza?
Los hacendados
han sido los hombres fuertes, que validos del ejército que ellos mismos
sostienen para asegurar sus propiedades, han señalado sus posesiones en los
lugares que han deseado, sin que el pueblo proteste.
Habíamos creído
que el triunfo de la república sería el verdadero triunfo despueblo, ya que
todos los hacendados se habían refugiado en los faldones del imperio, pero
con suma tristeza hemos visto, que estos mismos hacendados han tenido refugio
en los faldones republicanos, lastimándose así los intereses que deberían ser
inviolables; los de los pobres. Esto indica que es menester emprender una
lucha más justa y más racional, que venga a asegurar lo que nosotros
queremos.
¿Qué queremos
nosotros?
Hermanos
nuestros:
Queremos el
socialismo, que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la
filosofía de la verdad y de la justicia, que se encierra en esa triada inconmovible:
Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Queremos destruir
radicalmente el vicioso estado actual de explotación, que condena a unos a
ser pobres y otros a disfrutar de las riquezas y del bienestar; que hace a
unos miserables a pesar de que trabajan con todas sus energías y a otros les
proporciona la felicidad en plena holganza.
Queremos la
tierra para sembrar en ella pacíficamente y recoger tranquilamente, quitando
desde luego el sistema de explotación, dando libertad a todos, para que
siembren en el lugar que más les acomode, sin tener que pagar tributo alguno;
dando libertad para reunirse en la forma que más crean conveniente, formando
grandes o pequeñas sociedades agrícolas que se vigilen en defensa común, sin
necesidad de un grupo de hombres que les ordene o castigue.
Queremos abolir
todo lo que sea señal de tiranía entre los mismos hombres viviendo en
sociedades de fraternidad mutualismo, y estableciendo la República universal
de la Armonía.
¡Pueblo Mexicano!
Este es nuestro
plan sencillo, que haremos triunfar en alguna forma y en pos del verdadero
triunfo de la libertad.
Seremos
perseguidos; tal vez acribillados ¡no importa! cuando en nuestro pecho laten
esperanzas. Que más tenemos en nuestra vida sino es morir antes que seguir
perpetuando el agobio de la miseria y de los padecimientos. Se nos desprecia
como liberales, se nos mancilla como socialistas y se nos condena como
hombres. Es indispensable salvar el momento, y levantar nuestros esfuerzos en
torno a esa sacrosanta bandera de la revolución socialista, que dice desde lo
más alto de la República: ¡Abolición del gobierno y de la explotación!
Alcemos
nuestra cara buscando con serenidad nuestra salvación que radica en nosotros
mismos.
Queremos tierras,
queremos trabajo, queremos libertad. Necesitamos salvarnos de todos los
padecimientos, necesitamos salvar el orden, en fin, lo que necesitamos es el
establecimiento de un pacto social entre los hombres, a base de respeto
mutuo.
¡viva el
socialismo! ¡viva la libertad!
Dado en Chalco,
en el día 20 del mes de abril del año de 1869.
Por todo lo
anterior, consideramos a Julio López Chávez, como el precursor y mártir por
la defensa del campesinado mexicano.
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Bibliografía que proporciona el autor:
Alemán Reyes, Oralia. Chalco,
Monografía Municipal. Instituto Mexiquense de Cultura, México.
Anaya Pérez, Marco Antonio. Rebelión y Revolución en
Chalco-Amecameca, Estado de México, 1821-1921. Tomo I. Chalco 1868 ¡Viva el socialismo! México 1997.
Florescano, Enrique.Historia de las Historias de la Nación Mexicana. Editorial Tauros, México 2007.
García Cantú, Gastón. El socialismo en México. Editorial Siglo XXI.
Leyte Pacheco, Ángel. Historia, tradiciones y leyendas.
Número 8. Chalco, estado de México.
Los Gobernantes de México. Documentos para la
Historia. LVI Legislatura, Cámara de Diputados,
junio 1977.
Womack jr., John. Zapata y la Revolución Mexicana. Editorial Siglo XXI.
Notas al pie:
1 Zapata y la
Revolución Mexicana. Johan Womack Jr. Pág. 185.
2 Anaya Pérez, Marco Antonio. Rebelión y Revolución en
Chalco-Amecameca, estado de México, 1821-1921, Tomo I. Chalco 1868 ¡Viva
el socialismo! Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Universidad
Autónoma de Chapingo. México, 1997, p. 31.
3 Anaya Pérez. Rebelión
y… Op. Cit. p.97.
4 Idem.
5 Idem.
6 «Plutonio C. Rhodakanaty llegó a México en 1861, traído
por los proyectos de colonización del gobierno de Comonfort. Rhodakanty
descendía de una antigua familia bizantina radicada en la Isla de Rodas y emparentada con la
nobleza italiana. La rama inmediata de Rhodakanaty vivía en Londres a
principios del siglo XIX. Rhodakanaty estudió en Viena y Berlín, según
parece, medicina. Después de 1848 vivió en Hungría, país del que fue
ciudadano. Ya en México fundó la
Escuela Libre en 1863,
divulgando algunas nociones de los sitemas filosóficos de Hartamn y Spinoza.
En 1868 fundó, en Chalco, el ‘Club Socialista¿ y, poco después, ‘La Social’,
organización en la cual procuró que las mujeres participaran en las luchas
sociales. Diputado al congreso Obrero y profesor de cursos libres, en los
periódicos de los trabajadores, de 1871
a 1884, se encuentra en la
mayor parte de su obra conocida. Se ignora la fecha de su muerte». Datos
tomados del libro El
socialismo en México, de Gastón García Cantú, p. 420.
7 Idem.}
8 Alemán Reyes. Chalco…
p. 89.
9 Amaya Pérez. Rebelión…
p. 99.
|
La rebelión de Julio López Chávez
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Genial y de muchas enseñanzas para estos tiempos estas cápsulas y estas experiencias...
ResponderEliminarGenial y de muchas enseñanzas para estos tiempos estas cápsulas y estas experiencias...
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