sábado, 3 de marzo de 2018

Delincuencia organizada asola a gente que quiere trabajar en Tláhuac

Mercado Sobre Ruedas

Realismo Trágico
Al menos todos los negocios de la zona que comprende las colonias Santa Cecilia y San José de San Pedro Tláhuac, han sido asaltados en varias ocasiones y algunos de los dueños ya están pagando semanalmente las cuotas por derecho de piso que les exigen los delincuentes. ¿Y la policía? Bien gracias, esquilmando automovilistas y motociclistas en la calle, a través de dizque retenes para revisar documentos o a la Viva México.
Delincuente que fue detenido y puesto en libertad a
las dos horas de la madrugada de hoy
Cuando la noche del viernes en un local de venta de hamburguesas de la Colonia Santa Cecilia en la delegación Tláhuac, una veintena de comensales disfrutaban de ameno rato en compañía de sus familiares o amigos, jamás imaginaron que al filo de la medianoche serían asaltados por un par de pelafustanes en motocicleta, de esos que tanto abundan en la demarcación y contra los que la policía no implementa ningún operativo.
Y es que por más que la ciudadanía tlahuaquense se resiste a aceptar que los tiempos ya no son los de antes, cuando se podía caminar y desplazar con toda tranquilidad por las calles, incluso a altas horas de la noche, la delincuencia organizada entró por la puerta grande a Tláhuac –misma que en la percepción de la ciudadanía le abrieron de par en par los de la gestión delincuencial de Morena desde 2015–, siendo ahora una delegación de alto riesgo para quien busque alguna de las raquíticas opciones que en la zona se tienen para salir a convivir un rato.
Como quien dice, la gente ya no puede salir a comer unos modestos tacos a la esquina porque queda expuesto a sufrir un asalto de riesgosas consecuencias.
El caso es que el asalto del viernes fue perpetrado al menos por un menor de edad, pistola en mano, como lo pudieron comprobar los afectados tras de que al huir del lugar, el individuo tropezó en la calle y eso dio pie para que los comensales le dieran alcance y lo golpearan –haciéndose justicia por propia mano, como al parecer es la única opción que tienen los vecinos ante la ineficacia y corrupción de los cuerpos policiacos–, al tiempo que recuperaban sus teléfonos celulares, dinero y demás objetos personales que aquel les había quitado.
Al tenerlo cerca, los encargados del establecimiento se percataron de que se trataba del mismo delincuente que tres días antes también se había metido a robarlos.
En cuestión de minutos llegaron al lugar varias patrullas, pero lo primero que dijeron los policías fue que no podían remitir al rufián, en primer lugar porque no lo habían sorprendido «en fragancia», después que porque los afectados ya habían recuperado los objetos robados y, en tercer lugar, por ser menor de edad.
Sin embargo, les advirtieron que si decidían acompañarlos al Ministerio Público a levantar la correspondiente denuncia entonces las víctimas podrían ser acusadas de haber golpeado a un menor. En resumidas cuentas: lo de siempre en Tláhuac desde que llegaron los de la honestidad valiente al gobierno delegacional, a fin de evitar el menor levantamiento de denuncias de las víctimas de un latrocinio para que en su momento el gobernante local pueda rendir cuentas alegres en sus patéticos informes.
El caso fue que finalmente los policías se llevaron al menor a la fiscalía Tláhuac II, de Piraña, no sin antes anticipar a los trabajadores del local de hamburguesas que en cuestión de un par de horas el malandro estaría libre nuevamente.
Es cuando uno no entiende cómo afuera de una escuela secundaria en la delegación Coyoacán policías capitalinos sí pudieron detener a un adolescente de 16 años de edad porque tenía una pistola sin número de serie y un cargador transparente, según reporta el portal ElBigData, y en Tláhuac no.
Ni entiende que los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública en Tláhuac sean tan ignorantes que no sepan de la existencia de una Fiscalía Especializada de Asuntos del Menor a donde pudieron haber trasladado al malhechor.
Lo cierto es que en ese escenario de narcoterror y delincuencia en Tláhuac, las bandas asolan a todo aquel que tiene un modesto negocio para sobrevivir, y cuyos cabecillas les envían a menores de edad para que los atraquen dos o tres veces –sabedores que por esa condición no podrán ser detenidos mucho tiempo–, antes de que se presente con las víctimas uno que les va a ofrecer protección o cobro por derecho de piso.
Porque al menos todos los negocios de esa zona que comprende las colonias Santa Cecilia y San José de San Pedro Tláhuac, han sido asaltados en varias ocasiones y algunos dueños ya están pagando semanalmente las cuotas por derecho de piso que les exigen los delincuentes. ¿Y la policía? Bien gracias, esquilmando automovilistas y motociclistas en la calle, a través de dizque retenes para revisar documentos o a la Viva México.
Es el modus operandi en Tláhuac al menos, y la policía lo sabe, pero se hace la desentendida, como se hacía el jefe de gobierno cuando hasta antes del 20 de julio del año pasado –día del operativo de la Marina y del abatimiento del «Ojos»– se resistía a reconocer públicamente que en la Ciudad, y específicamente en la delegación Tláhuac, ya operaba el crimen organizado; y tozudamente lo negaba, quizá por omisión o a lo mejor por conveniencia, vaya usted a saber la razón.
Mientras tanto, la situación está cada vez peor en Tláhuac y la previsión de escenarios con motivo de las elecciones de julio próximo es que va a ser prácticamente imposible sobrevivir sin sufrir un asalto, tras de que, y como aquí lo hemos comentado, los morenos recurrirán a los escenarios de miedo a fin de intimidar a la ciudadanía e inhibir su voto, con tal de que ellos vuelvan a ganar con sus huestes y demás clientela electoral –tanto la alcaldía como las diputaciones–, grupúsculos a los que se les permite impunemente continuar con el despojo de predios y su correspondiente invasión, para que sirvan de asentamiento de su capital político.
Por lo pronto, el negocio de hamburguesas ya fue cerrado definitivamente por sus dueños ante el peligro que representa estar expuesto a la delincuencia organizada, sin tener ninguna garantía de que la policía no forma parte del mismo bando.

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